El gran moco de su señoría


  El Chorrillo, 3 de marzo de 2015

Estos días no deja de aparecer de continuo en prensa y televisión recuerdos notables de cómo sus señorías en el parlamento matan el tiempo y el aburrimiento jugando al candy crush en su tablet, consultando el modelito de bragas que se va a comprar online la aspirante a ministro; matan el tiempo cortándose las uñas en el hemiciclo o quien cubre su curiosidad femenina calentándose el cuerpo con un poco de pornografia. Y es que los padres de la patria son humanos, hay que recordarlo. Tremendamente humanos, se forran dándose de vez en cuando una vuelta por el parlamento, juegan, hacen crucigramas y sudokus y, como regalo, disfrutan de una patente de corso para hacer lo que les salga de ahí mismo, como el mismísimo rey Juan Carlos amasando dinero en comisiones del petroleo o dejando por ahí herederos con que animar la fiesta nacional de la monarquía. Todos estos personajillos. protegidos de la intemperie bajo el paraguas del aforamiento, hacen lo propio, esa parece ser la conciencia que sus cerebros fueron alimentando. Pero aún así, nadando en el chollo como un Nerón en su baño de leche de burra, sus señorías se aburren, matan el tiempo, es decir, convierten el parlamento en las sentinas donde van a parar los restos de una copiosa digestión, en un lugar donde sestear tras la comida. Sus señorías, la mayoría, vamos, no todos.

El diputado Miguel Ángel Revilla viendo culos debidamente camuflados entre unos folios

   En estos días, decía, tan propicios para que nos sumemos a un clima de comprensión que debe rodear a las figuras de los padres de la patria ante las debilidades de sus carnes, me gustaría recordar también algún hecho en las sesiones del parlamento que no aparecen en las acta de la cámara y que sin embargo dan testimonio de la profunda humanidad de nuestros padres patrios. Me viene a la memoria cierta sesión parlamentaria en que Alfonso Guerra, en ese momento vicepresidente del gobierno, fue captado por la cámara de un periodista sacándose un gran moco de la nariz. Esto recogía la cámara: primero su dedo anular se abrió paso en su fosa nasal izquierda intentando localizar algún resalte bajo el cual la uña pudiera hacer de palanca y sustraer así aquella sustancia mitad viscosa, mitad sólida que habría de servirle de entretenimiento mientras Felipe González desde la tribuna de los oradores argüía a favor o en contra de la OTAN, que las dos cosas hizo en un tramo corto de tiempo. Luego Guerra, cuando el moco debía de estar en condiciones de ser extraído sin graves desperfectos, decidió recurrir a su dedo índice, el mismo con el que arengaba a las masas sedientas de democracia. Así el índice entró en funcionamiento, apalancó, extrajo y, ya a la luz del hemiciclo entero, fue ayudado por el pulgar.  El moco entre el índice y el pulgar del señor Guerra era en ese instante primo hermano del ipad de la señora Villalobos jugando al Candy Crush o lo que fuera. Guerra miraba a las musarañas mientras disfrutaba el gustillo del moco, en principio abrupto de formas como un pedrusco sacado de la madre tierra aunque con restos de lava en estado semisólido. No tardó en imprimir un movimiento circular a su dedo pulgar que, sobre el dedo índice, amasaba y daba forma al moco que había capturado en las profundidades de sus fosas nasales y que poco a poco bajo el calor y la frotación de sus dedos iba convirtiéndose en una pelotilla dócil que adquiría una forma esférica que salvando las distancias bien podía parecerse en su aspecto externo al planeta Marte. Ni OTAN ni leches, el vídeo mostraba el rostro complaciente de un diputado que estuviera en el mejor de sus mundos regodeándose en dar forma a su moco. El vídeo no mostraba qué hizo posteriormente el señor Guerra con su moco, pero es muy posible que en estos días algún aficionado a los fósiles pueda encontrárselo pegado bajo el reposabrazos de su antiguo escaño.

Su señoría eligiendo las braguitas de pasado mañana 

Benditos padres de la patria a los que como a todo hijo de vecino se le forman mocos en las narices, tienen que sestear de vez en cuando, cortarse las uñas, hacer su pedido online de braguitas o tienen necesidad de vociferar desde su escaño "que se jodan", sí, los parados, aquella perla parlamentaria que es la hija de Fabra, el huesped de Soto del Real; benditos, pobres, al fin de cuenta todo el mundo tiene una debilidad, ¿no?


Su señoría cortándose las uñas

Su señoría matando el tedio jugando en su tablet

No es que no nos representen, es que de sinvergüenzas y caraduras está el mundo lleno. Nosotros, ya se sabe a votar cada cuatro años y después a nuestras casas, a seguir desde nuestros televisores los ojos chispeantes de la señora Villalobos ganándose la vida presidiendo el parlamento mientras se gana vidas con sus jueguecitos, mientras las mentiras van brotando babosas de los labios del primer ministros, mientras la cla del PP, medio dormida, aplaude siguiendo el rito milenario de lamer el trasero al jefe. Mientras alguien pinta un país que no existe más que en su imaginación, sus señorías, juegan, dormitan, o dan forma a un gran moco que se han sacado de la nariz para paliar el aburrimiento de la sesión. 


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